La otra práctica analizada, controlar la actividad de una expareja visitando su página de Facebook, se asociaba sin embargo con efectos inequívocamente negativos. Aquellas personas que “cotilleaban” en la página de sus “ex”, sufrían un mayor grado de malestar emocional, sentimientos negativos, deseo sexual hacia la expareja y añoranza de la antigua relación. Además, como era esperable, tratar de monitorizar a la persona con que se había estado se asociaba a mayores dificultades para el crecimiento personal tras la ruptura.
Facebook –aunque implique un tipo de contacto aparentemente débil con la otra persona- puede hacer que uno se vea expuesto a nuevas informaciones sobre la vida de una expareja que intensifiquen el dolor de la ruptura y dificulten su superación. Incluso, según señalan los datos, esta forma de “vigilancia virtual” se asocia a resultados emocionales negativos de una manera más fuerte y diferenciada con respecto a los posibles efectos del contacto en la vida real con una expareja.
Como siempre ocurre en los estudios de tipo correlacional, queda la duda acerca de la dirección de la causalidad. Puede ser que vigilar a alguien con quien se mantuvo una relación produzca consecuencias negativas sobre el estado emocional de la persona que “curiosea”, pero también es posible pensar que aquellos con una emocionalidad negativa más alta de entrada sean quienes se involucren más en estas conductas de monitorización.
No obstante, en los análisis se controlaron algunas variables relacionadas con rasgos personales, como el nivel de autoestima o la tendencia a la ansiedad y la evitación, lo que hace pensar que posiblemente sean estas conductas contraproducentes de vigilancia en Internet las que expliquen la emocionalidad negativa de quienes las practican. En suma, la exposición al Facebook de alguien con quien se mantuvo una relación no sólo no va hacer que las cosas cambien, sino que puede causar más sufrimiento a quien trata de estar al tanto de las novedades de su ex y parece dificultar su proceso de recuperación y ajuste tras la ruptura. Bien, ahora surge una nueva cuestión…si la conducta es tan dañina, ¿por qué visitar el Facebook de una expareja tiene ese extraño magnetismo?
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