El padre del 'movimiento indignado' ha muerto este miércoles a los 95 años, según ha informado su esposa a medios locales franceses. El pensador, escritor, diplomático y resistente francoalemán Stéphane Hessel, fue el autor del popular manifiesto "Indignaos".
Nacido en Berlín en 1917 y refugiado en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, Hessel fue capturado por la Gestapo y pasó por los campos de concentración de Buchenwald y Dora-Mittelbau.
Tras el final de la contienda participó en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948.Pero su fama mundial llegó de la mano de "Indignaos", un manifiesto político publicado en Francia en 2010 y que, en palabras del autor, "exhorta a los jóvenes a indignarse"."Luché contra Hitler y fui yo quien ganó"Durante la presentación de sus memorias en octubre de 2011, el escritor aseguró: 'luché contra Hitler y fui yo quien ganó' y señaló que para él la vida suponía "la búsqueda activa de la felicidad" y la muerte algo que esperaba con "un cierto apetito".La muerte casi atrapó a Hessel en Buchenwald, un campo de concentración nazi, donde fue internado en tanto que miembro de la Resistencia francesa. Fue condenado a morir en la horca, pero 'in extremis' cambió su identidad por la de otro preso fallecido de tifus. Fue el mismo día de su 27 cumpleaños.Antes había sobrevivido a la tortura de la Gestapo en París y, tras Buchenwald, fue deportado a Rottleberode y después a Dora, un campo de "exterminio sistemático", donde vivió el "horror puro, absoluto" al pasar un día desnudando cadáveres, cubiertos de sangre y excrementos, a cambio de dos rodajas de salchichón.De Rottleberode y de Dora consiguió fugarse. La primera vez le atraparon, la segunda no.Siempre apuntó a la poesía como su tabla de salvación, que consideró junto con el "optimismo" y la "alegría de vivir" uno de sus puntos fuertes. Y lo fue porque, por un lado, "los que sabían contar tenían más posibilidad de sobrevivir" y, por otro, porque "en situaciones dramáticas, cuando uno posee el don de la poesía, ayuda a seguir fuerte"."Para mi fue maravilloso poder recitarme y recitar poemas a mis camaradas en alemán, inglés y francés", explicaba Hessel, y aclaró que para él, un hombre "nada religioso", la poesía era "espiritualidad".La sombra del padreSu padre, Franz Hessel, un escritor judío alemán le inculcó su "gusto por el politeísmo", y cuarenta años después de su muerte se convirtió para él en "una figura iniciática".Sus progenitores, ambos de familias adineradas, formaron con el artista francés Marcel Duchamp (amigo de Franz y amante de Helen) el célebre trío reflejado en la película Jules et Jim (1962), de François Truffaut, una de las joyas de la "Nouvelle vague".A sus padres debe la "suerte", una constante en su vida, de haber recibido una educación elitista en Francia, donde llegó con apenas siete años, y poder adquirir a los 20 la nacionalidad francesa.También consideraba en sus memorias, una suerte haber podido luchar contra los nazis en las filas de la Resistencia, en los círculos más próximos al general De Gaulle: "Luché contra Hitler y fui yo quien ganó", aseguró.El destino le volvió a sonreír cuando entró, con apenas 28 años, en Naciones Unidas, la organización "más importante, gracias a la cual no ha habido una tercera guerra mundial", explicó."No hay que desanimarse jamás"Sabía que cambiar el mundo no era fácil, pero consideraba que "no hay que desanimarse jamás" e instaba a los ciudadanos a que se implicasen."El mundo es menos injusto hoy que cuando yo era joven, pero sigue siendo demasiado injusto", razonaba Hessel, quien ve tres desafíos para las próximas décadas: "La gran diferencia entre los muy ricos y los muy pobres", "la ecología" y "el terrorismo".
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