Dime con quién andas y te diré quién eres’, reza el refranero popular para explicar cómo la elección de las amistades y personas cercanas determina la forma de ser de cada uno y, en definitiva, su forma de enfrentarse a la vida. Para bien o para mal, la retroalimentación entre las personas de confianza es algo que no se pone en duda, lo que debería ser tenido en cuenta a la hora de profundizar en algunas amistades o discriminar otras.
Como no se puede definir una personalidad ideal para las amistades porque esta dependerá de las diferentes necesidades e inquietudes de cada cual, a continuación proponemos siete tipologías de personas que se deberían evitar por ejercer una influencia negativa, según el especialista en liderazgo empresarial Jeff Haden:
Pesimistas que están de vuelta de todo
Este tipo de personas suelen hablar desde la perspectiva de sus malas experiencias, pronosticando continuamente un futuro negro en el que no caben cambios por mucho que uno se esfuerce. A pesar de que los pesimistas desencantados con todo se afanan en justificar sus actitudes dando la sensación de que son la voz de la razón, solamente se trata de personas que han fracasado. Esto las lleva a pensar que si ellos no han podido alcanzar una cierta meta, los demás tampoco podrán o, lo que es peor, no los ayudarán en ello.
Optimistas entusiasmados por todo
Se trata de una tipología de personas completamente opuestas a las anteriormente descritas. Para ellas, todas y cada una de las ideas o iniciativas que se emprendan son increíbles y están llamadas a conseguir el éxito seguro. Este peloteo continuo y acrítico puede mejorar el ego, pero tiene el peligro de hacernos cometer errores o minimizar las posibles amenazas de, por ejemplo, un proyecto empresarial. La actitud más fácil es precisamente la de los amigos que todo les parece bien y en nada ponen ‘peros’ para ayudarnos a evitar errores o mejorar una idea.
Cotillas
En todos los círculos de amigos existen personas a las que le va la vida en contar chismes o detalles desagradables sobre los demás. Aunque pocos son los que se resisten a escuchar los últimos cotilleos sobre terceras personas, estos deberían ser conscientes de que en cualquier momento ellos mismos serán los protagonistas de los chismes. Un buen amigo debe ser aquel con el que se comparten pensamientos y sentimientos con la seguridad de que no irá corriendo a contar la primicia al primero que se encuentre.
Egocéntricos
Las personas que creen que todo gira alrededor suyo, difícilmente podrán ser altruistas o solidarias con los demás. Su interés personal siempre irá por delante de todo y, en la mayoría de ocasiones, no les costará pasar por encima de sus propios amigos si con ello son capaces de conseguir lo que buscan. Al buscar convertirse en todo momento en el principal centro de atención, difícil será mantener con ellos una relación de igualdad y confianza.
Interesados
Las amistades o parejas no son una relación de negocios por lo que el desinterés debería ser uno de sus principales rasgos. Para estas personas las relaciones son un fin en sí mismo, por lo que cuando creen que no se ha acudido en su ayuda se sentirán defraudadas a la primera de cambio. Sin embargo, aunque no tengan motivos para ello no corresponderán cuando se les necesite.
Resignados
Existe una serie de personas sin ambición ninguna que al cabo del tiempo acaban convirtiéndose en robots que día a día y año tras año repiten las mismas tareas sin ningún objetivo ni meta. Su influencia terminará por desmotivarnos. Lo más provechoso es rodearse de personas ambiciosas, con las ideas claras y grandes metes por conquistar. Aunque sus objetivos vitales difieran a los de uno, siempre será positivo tener a este tipo de personas cerca para empaparse de la energía que desprenden.
Agoreros derrotistas
Estas personas tienen la extraña habilidad de ver consecuencias problemáticas en todo aquello que se haga o diga. Constantemente emiten juicios negativos cuando se les pide una opinión, normalmente poco razonados o inverosímiles, por lo que de poco valdrá su ayuda. Más que argumentar sus dudas sobre algo, sus afirmaciones se presentan como profecías inevitables, algo que en realidad tiene que ver con su miedo a los cambios.
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